Aunque para muchas personas uno de los días más importantes y felices de sus vidas es el día en que contraen matrimonio, hay ocasiones en los que la felicidad que se sentía ese día queda muy atrás cuando algo empieza a ir mal en la relación. Cuando esta situación llega a un punto insalvable en el que las reconciliaciones son cada vez más difíciles, se puede llegar a una situación de no retorno: el divorcio.
En ocasiones, antes de llegar a ese punto, puede haber una separación previa de la pareja. La principal diferencia entre ambos procesos, tal y como se apunta en este post, es que mientras que la separación supone una interrupción de la convivencia y cesa algunos deberes matrimoniales pero no disuelve el vínculo generado por el matrimonio, en el caso del divorcio sí lo hace.