El divorcio en España antes y después del confinamiento
Los meses de agosto y septiembre siempre han sido cruciales para los matrimonios españoles. Es en este periodo del año y después de Navidad cuando se suceden el mayor número de divorcios en nuestro país. No es ningún misterio: pasar mucho más tiempo conviviendo con la pareja puede hacer que nos demos cuenta de que queremos o necesitamos un cambio.
Teniendo este factor en cuenta, ¿qué está ocurriendo ahora, tras meses de confinamiento por culpa de la COVID-19 y un verano sin grandes viajes o escapadas a punto de terminar? Lo lógico sería esperar un todavía más llamativo repunte de las separaciones y los divorcios en las próximas semanas, pero hay algo que en este contexto tan raro e incierto podría frenar las cifras: la gran crisis económica que se avecina.
Todos los escenarios posibles
España se encuentra a la cabeza en cuestión de divorcios con respecto a sus vecinos de la Unión Europea. Más del 57 % de los matrimonios o uniones de hecho de nuestro país acaban en divorcio o separación, lo que nos coloca en el puesto número 3 de la lista europea. ¿Puede la pandemia y el consiguiente periodo de confinamiento aumentar este porcentaje? La respuesta a esta cuestión no es simple ni sencilla.
Por un lado, no son pocas las parejas que han conseguido reforzarse durante la crisis sanitaria. En su mayoría, son aquellas cuya relación se encontraba desgastada por la rutina, por la falta de tiempo compartido y por la interminable lista de tareas pendientes que cada uno tenía en su cabeza. Para ellos, el obligado confinamiento ha supuesto una oportunidad de oro para reencontrarse, reconocerse y reconciliarse.
En cambio, para muchos otros lo que ha provocado este inesperado parón es que afloren problemas y sentimientos (o, más bien, la ausencia de ellos) que hasta ahora permanecían ocultos tras el ajetreo diario. Estas parejas son las que han terminado por romperse definitivamente. Y no son pocas: algunos datos apuntan a que más del 40 % de los españoles han decidido poner fin a su relación durante la peor parte de la cuarentena. Es decir, en marzo y abril.
La economía, un posible freno
La mayoría de abogados de familia coinciden en afirmar que, desde marzo, las consultas sobre divorcios y separaciones han experimentado un importante crecimiento en los despachos. No obstante, esto no necesariamente implica un aumento real y representativo en el número de trámites judiciales. Y uno de los motivos es la esperada recesión económica que se prevé que sufra nuestro país. No todas las familias pueden permitirse sostener dos economías y dos viviendas diferentes en estos momentos.
Por esta razón, otra posible previsión es que gran parte de las personas que actualmente están planteándose el divorcio pospongan la decisión. Y que busquen otra solución ante el más que probable empeoramiento de la situación económica de muchos hogares españoles. Pero, mientras que para algunas parejas este panorama puede llevar a una reconciliación, para otras solo significa retrasar lo inevitable.
El colapso judicial y su efecto en los asuntos de familia
Otra consecuencia de la pandemia que nos ha tocado vivir es el colapso de la justicia española. Si bien no era precisamente rápido antes de la COVID-19, el sistema ha visto mermada aún más su agilidad a raíz del parón que también sufrieron los juzgados.
¿En qué va afectar este hecho a los divorcios y separaciones durante los próximos meses? Más que a su cantidad, a la forma en que estos se llevarán a cabo. Para evitar esperar una resolución judicial que puede demorarse meses, muchas parejas van a hacer un esfuerzo por alcanzar acuerdos. Es muy posible, por lo tanto, que los divorcios amistosos aumenten en el corto plazo.
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